viernes, 3 de abril de 2009

En esta noche


En esta noche el poema me escribe. Atraviesa este cuerpo cansado, utiliza mis manos que antes acariciaban, se escribe solo, como si tuviera más vida que yo. Tarea fácil. Se bien que no fuiste quien bebió toda mi sangre, ya se alimentaron de mí, demasiadas veces. Ahora estoy exangüe, me bebieron toda. Fatídicas figuras vampirezcas, se camuflan como ángeles solo por tener alas. Las apariencias engañan, sobre todo cuando uno necesita creerlas. Me lo dije muchas veces, lo que va a matarme es esa necesidad. El amor. Que no es más que un espejismo, una mentira, una traición, un trabajo magistral, eso fue, eso será. ¿Cuándo aprenderás a no confiar en las plumas? No solo temerles, hablo de no confiar! Las plumas no son ángeles. No aman. No se dejan amar. Son solo yoístas, no creen -como yo- que necesitan a otra para poder volar. Maldita realidad, maldito amor, estoy maldita y no entiendo como darle fin al hechizo. No entiendo porque grito cuando crearon un silencio perfecto. Estoy surcada en el silencio de mi voz, las tuyas, las de otras, un silencio atroz me deja sorda.
Algo es verdad, no harías ni un kilómetro, ni un paso! A no ser para ofrecerte en sacrificio. ¿El placer sin dolor no es placer?
¿Qué fue? Rápida invasión. Todos mis sentidos quedaron saturados. Nada más que ver, nada más que oler, nada más que paladear, nada, más que sentir. Pago todas mis culpas, como siempre, pago todas las tuyas, las de todas. No hago más que saldar mis deudas por un amor prometido que nunca llega. Subí -seguí las indicaciones- peldaño por peldaño, para llegar a lo más alto, a la cima, creyendo, que así llegaría a tu encuentro. Increíble no ver cuanto se sube, aún más lo aterradora que es la caída cuando mi amor me empuja de cabeza hacia el abismo. Daño colateral.

En esta noche, en este mundo -así te gusta- me dejo escribir por el poema. Tal vez él pueda hacerse entender, mejor que yo.


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